La razón de la decisión es que el tamaño, empaque y centro de la
propia gelatina se han convertido en un riesgo para la salud de los
niños pues puede causarle asfixia y daños neurológicos
El primero de ellos ocurrió en 2014, cuando una niña de 12 meses
de edad sufrió un paro cardiorrespiratorio tras asfixiarse con
la gelatina.
Otra niña de 8 meses terminó con parálisis cerebral luego de
asifixiarse con una gelatinita, y un bebé de 10 meses de edad
presentó un episodio de broncoaspiración con el centro sólido que
tiene esta gelatina. Como consecuencia presentó un paro
cardiorrespiratorio que le dejó secuelas neurológicas negativas.